Una vez reunida la información, se “evalúa” según la fiabilidad de la fuente así como la pertinencia y validez de su contenido antes de ser archivada, se hacen las remisiones del caso y se clasifica como lista para ser utilizada, es decir, “cotejada”. El analista considera entonces la información en su contexto, extrae conclusiones sobre su significado y prepara informes, notas y otros documentos que describen ese significado. Los resultados o productos de este proceso se distribuyen entonces o “difunden” entre los que necesitan conocerlos.
El principio de la “necesidad de saber” es fundamental cuando se trabaja con información e inteligencia delicadas. Esto significa que, a menos que exista una clara razón profesional para compartir la información con otra persona, dicha información no debe ser compartida, ni siquiera cuando la persona que la solicita tenga las credenciales de seguridad necesarias. Cuantas menos sean las personas enteradas de algo, más fácil será mantener su carácter confidencial.
1. Reunión
El lugar o persona de los cuales procede la información se llama “fuente”. Puede obtenerse información e inteligencia en cualquier parte y momento. Sin embargo, la fuente más importante (y con frecuencia la menos utilizada) de Inteligencia Policial son los propios agentes de Policía, que están en constante contacto con la comunidad y son los primeros en acudir al lugar de los hechos.
Cuanto más desarrollado se encuentre el concepto de Inteligencia Policial, mayor será el volumen de información e inteligencia aportadas por estos agentes.
2. Evaluación
La evolución de las mejores prácticas ha llevado a hacer que toda la información e inteligencia presentada se evalúe sobre las bases siguientes:
a) la historia previa de fiabilidad de la fuente y,
b) en qué medida la fuente tiene conocimientos directos de la información que está proporcionando (por ejemplo, ¿adquirió la fuente la información de manera directa o la oyó de otra persona?).
Existen distintos sistemas utilizados con este fin pero, en esencia, la idea es la misma: proporcionar una estimación del riesgo y de la fiabilidad de la información. Con frecuencia la evaluación da por resultado un “código de evaluación de la fuente” consistente en una letra y un número sacados de una lista estándar de opciones. Es preciso mantener la evaluación bajo constante examen pues pueden descubrirse nuevos datos que modifiquen la percepción.
Se puede usar la validación de la información empleada en la Inteligencia de Combate:
3. Cotejo
Representa el análisis de la validación de la información recibida, y el ver cómo se puede relacionar la recibida con la existente.
Las informaciones no deben ser desechadas. Hasta la información más insignificante e inconexa puede convertirse en una pieza clave para un rompecabezas más grande.
4. Análisis
Existen dos categorías básicas de análisis: el análisis estratégico, que adopta una perspectiva más alta y a largo plazo, y el análisis táctico, que se centra en las cuestiones inmediatas y operativas. Cuando se reúne información e inteligencia estratégicas se consideran las tendencias y las amenazas en ciernes.
La información y la inteligencia tácticas se refieren a situaciones ya existentes u operaciones en marcha, a veces en tiempo real. El análisis considera la información en contexto, extrae conclusiones en cuanto a su significado, pone de relieve las lagunas en los conocimientos existentes, sugiere qué es probable que ocurra a continuación y formula recomendaciones en cuanto a las posibles operaciones futuras.
La actividad puede ser motivada por anomalías, tendencias o conexiones observadas por el propio analista durante el curso de su investigación pero, más comúnmente, es iniciada por directores de categoría superior que formulan una pregunta o proporcionan un mandato concreto.
Los resultados pueden presentarse en varios formatos diferentes, según los requisitos de la persona que encargue el trabajo. Así, pueden ir desde informes basados en estudios a fondo de cuestiones estratégicas hasta breves informes orales sobre una operación determinada.
Los buenos productos de inteligencia criminal son coherentes, concisos y accesibles, con recomendaciones claras e inequívocas, justificadas por pruebas convincentes. Desgraciadamente, cuando la corriente y las fuentes de información son débiles, también lo es el producto analítico.
5. Difusión
Los informes analíticos, a menos que se hayan escrito para consumo del público, deberían distribuirse exclusivamente a aquellos que “necesitan saber” .
Al formular los enfoques nacionales de gestión y estratégicos de la lucha contra la delincuencia organizada, muchos gobiernos han encontrado de utilidad las evaluaciones nacionales de las amenazas creadas por la delincuencia organizada. En un documento de este tipo se coteja y amalgama toda la información disponible sobre las personas responsables de los delitos más recientes, el daño que han causado y cuál es el curso probable que siga la actividad delictiva en el futuro. Al mismo tiempo, el documento pone de relieve cualquier fenómeno o amenaza nuevos que parezcan aumentar en importancia y cuya transformación en un problema grave podría evitarse interviniendo a tiempo.
Las evaluaciones estratégicas nacionales de este tipo se basan en un cúmulo de contribuciones aportadas a nivel local y combinadas a fin de adquirir una perspectiva nacional. Las conclusiones locales pueden entonces balancearse y corroborarse con las alcanzadas en otras partes del país.
Las pruebas objetivas proporcionadas en estas evaluaciones de amenazas son de valor inestimable para los encargados de formular políticas, pues pueden utilizarlas para formular respuestas que tengan el máximo efecto con la mayor economía mediante la asignación precisa de recursos.
Sin embargo, al igual que con otras formas de productos analíticos, el resultado final dependerá de la calidad e integridad de los datos proporcionados así como de la competencia del analista que los preparó.
En algunos países, a esas 5 fases del ciclo de Inteligencia Policial, le añaden una 6ta fase, que tiene que ver con la Dirección de las Operaciones.
Dirección
En todas las estructuras formales de gestión de la inteligencia criminal se encuentra la idea de dirigir la reunión y desarrollo de la información e inteligencia policiales, idea que lleva a la creación de lo que se denomina a veces “modelos de inteligencia policial”. La intención es centrar las actividades en los problemas más peligrosos de la delincuencia y en los delincuentes más activos, que se detectan mediante el análisis de la información disponible, y asignar suficientes recursos para neutralizar la amenaza. El enfoque es metódico y predominante mente proactivo, pero las necesidades varían a distintos niveles.
En un modelo de inteligencia criminal, el aparato estructural para dirigir los esfuerzos, llamado a veces “asignación de tareas y coordinación”, se duplica a cada nivel de la escala jerárquica, con lo que se pretende que tenga un efecto acumulativo.
También debería mencionarse el método policial del estado de mando o COMSTAT. Se trata de un sistema de dirección policial que reúne a los jefes o comisarios de policía en sesiones abiertas para que vean las estadísticas de la delincuencia en las zonas bajo su jurisdicción y expresen sus intenciones personales sobre cómo piensan combatirlas. Se han atribuido grandes éxitos a este sistema, que tiene el mérito de asociar estrechamente la labor de comisarios y jefes en el desempeño de sus funciones.
Es improbable que en la mayoría de los países se dé este nivel de dirección y participación de los más altos funcionarios policiales.